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La concienciación de los consumidores puede ayudar a evitar el «lavado verde» de las marcas

La creciente importancia de la sostenibilidad también ha dado lugar, por desgracia, al «lavado verde» entre las marcas de moda rápida. Según un informe de extra.ie, el término, acuñado por primera vez en 1980, ha vuelto a estar en el punto de mira con la creciente demanda de marcas de moda sostenible por parte de los consumidores. Laura Egan, propietaria de Studio Minti, define el Greenwashing como el engaño de las marcas a los consumidores al proyectar falsamente sus prácticas como sostenibles. Egan cita el ejemplo de algunos anuncios impresos lanzados por la empresa petrolera estadounidense Chevron en la década de 1960, que presentaban falsamente su política respetuosa con el medio ambiente haciendo que sus empleados posaran con animales como tortugas marinas.

Poner una «fachada de sostenibilidad

Las empresas recurren al Greenwashing para aprovechar la demanda de productos sostenibles entre los consumidores, dice Egan. A menudo gastan más en poner una fachada de sostenibilidad que en ser realmente sostenibles. Un estudio realizado por Neilsen Holdings en 2015 mostró que el 66% de los consumidores estaban dispuestos a invertir más en productos sostenibles. En la actualidad, esta cifra ha aumentado al 73%. Los consumidores tienen que evaluar los enfoques de sostenibilidad de las empresas para ver si es un enfoque holístico o se limita a una fábrica o producto específico. A veces, las marcas «conscientes» promocionan sus colecciones hechas con los llamados tejidos «sostenibles». Los consumidores deben desconfiar de esas marcas que, sin darse cuenta, se dedican a la producción en masa, y dejar de comprarles.

La concienciación puede conducir a elecciones más sostenibles

A menudo, las marcas se centran en detalles menores de sostenibilidad, como los tejidos reciclados, ignorando cuestiones más amplias relacionadas con los aspectos éticos y medioambientales de su producción. Por ejemplo, la marca de moda rápida Primark afirma que se adhiere a las normas internacionales de trabajo en sus fábricas. También afirma haber dejado de utilizar tintes y materias primas químicas en sus prendas. Sin embargo, Egan refuta las afirmaciones de la marca y las califica de frustrantes. Recomienda a los consumidores que compren más ropa de segunda mano, ya que contribuye a la economía circular.

Egar también recomienda la apertura de tiendas de intercambio para que los consumidores puedan intercambiar ropa con otros. Según ella, esto permitiría deber algo nuevo sin pagar un céntimo y contribuir a la industria de la moda rápida.

Haciendo hincapié en que la reducción del consumo de moda rápida no puede producirse de la noche a la mañana, Egan insta a los consumidores a ser conscientes de sus peligros medioambientales. Según ella, esto les ayudará a modificar sus hábitos de compra y a tomar decisiones más sostenibles.

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